Hoy, les quiero compartir los detalles del bautizo de Fernanda. Me encantó que todo el evento se celebró en el centro histórico de Tegucigalpa y que los invitados pudieron disfrutar de una tarde en aquel lugar tan bello.
Volviendo al Centro
Creo que las ciudades también nacen pequeñas. Me puedo imaginar a mi queridísima Tegucigalpa antes (no sé si es cierto, puede ser, por lo menos así me lo contaba mi papá), cuando las tardes eran un poquito más calladas, cuando las calles eran un poquito más estrechas, de piedra, el clac-clac de los caballos y los carruajes que te llevaban donde un vecino a tomar café, tal vez era después del servicio dominical en la capilla que todos compartían y amaban, tal vez era mientras los niños correteaban en el patio escolar…pero así se hacía tu ciudad, tu comunidad, tu vecindario. Todo quedaba cerca y nada estaba demasiado lejos.
Pero las ciudades también crecen. Empeoran y mejoran y pasan diferentes cosas, pero siempre quedamos soñando de como era hace una vez. Y nos enamoramos de ellas porque conocemos su historia, porque la vivimos desde un principio y fuimos parte de pequeños y grandes cambios en el camino.
Cuando Lorena me llamó, me dijo que quería hacer el bautizo de su bebecita un sábado por la mañana, en la Iglesia San Francisco, y que luego todos los invitados caminaran hacía La Ronda. Me emocioné tanto: todos los invitados llegarían al Parque Valle, compartirían en una experiencia única, celebrando la llegada de Fernanda y su bienvenida como cristiana a la Iglesia Católica.
Y así fue. Caminaron su ciudad.
Bautizo en Familia
Y aunque había mil salones de hoteles y de conferencias y de eventos, los padres decidieron dejar un pedacito de su historia en El Centro. Era una azotea olvidada en un hotel antiguo que una vez recibió a los embajadores más prestigiosos de la ciudad. Y se le devolvió su vida.
Claro, era al aire libre entonces podrán imaginarse mi estrés y preocupación con el clima tan indeciso de la capital (llueve, no llueve, sol brillante hasta quemar o dos que tres nubecitas, canícula o no, ¿quién sabe?). ¡Pero no llovió! Y pasaron una tarde divina al aire libre.
Un barcito espectacular con El Picacho de trasfondo–no hay otro lugar que pueda ofrecerte eso–y un menú hecho a la perfección: cerdo confit, carne y camarones parrillados al instante, una barra de ensaladas preparadas al gusto, camote y papitas pequeñas con aioli, una tarta de tomates deshidratados…que hambre.
Me encanta mi trabajo porque me permite contar historias. Conozco a Lore y a Nando desde chiquitos; trabajé con Nando, Lore es mi amiga desde infancia, les organicé su boda (algún día les cuento en el blog), el bautizo de su hijo en Valle de Angeles y ahora el bautizo de Fernanda. Les tengo un cariño especial porque he sido parte de su historia desde mucho atrás.
Y esos lugares que guardan memorias compartidas, que llevan rasgos de nuestros padres y sus padres antes de ellos, esos son los lugares que más amamos y apreciamos, los lugares que más respiran vida. El bautizo de Fernanda en el centro histórico es una historia más que se envuelve en la tela de nuestra identidad hondureña. Y tal vez algún día Fernanda pueda seguir contando la historia que sus padres comenzaron.
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