Momentos Bellos. Todos tenemos varios. A ver…

Me visitó de sorpresa una mejor amiga porque le urgía un cafecito; platicamos toda la tarde.

 Íbamos andando juntos—mis hermanos y yo—en la montaña hondureña, y mi hermana se detuvo a robarse una flor para colocarla detrás de su oreja.

 Cuando se casó mi prima, le noté una lágrima a su papa.

¿Te acordás de aquel pastelito que probamos una vez?

Soy planeadora de eventos, y pues resultó que el mundo decidió ponerme en pausa. Son condiciones y circunstancias fuera de mi alcance. Dada esta sequía—de bodas disfrazadas de colores, de baby showers y despedidas y cenas con mil amigos—he tenido que reorganizarme.

Organicé cada espacio en mi cocina.

Tomo café por la mañana con mi cockapoo, Lulú. Ella no sabe por qué, solo sabe que está feliz porque ya no salgo de la casa.

Voy a probar esa receta de mermelada que ya ratos quiero hacer.

Entonces: ¿qué quiero hacer? No crean que puedo, así nomas, de un día al otro, poner en pausa los eventos. Sueño con vestidos blancos de tul y tela delicada, con música y playlists fenomenales, sueño con postres. De vez en cuando, les comparto una que otra foto de estos eventos porque así pasan por mi mente, como un catálogo de momentos que quisiera volver a saborear y disfrutar. Como extraño esos momentos.

El atardecer de una boda de destino.

Un arreglo sencillo y delicado.

Las damitas más bellas.

Tengo la suerte de guardar esos momentos, pero creo que el mundo me está pidiendo otro tipo de recuerdo, de memoria, de un yo-no-se-qué para compartir. Seguro que regresarán los días de eventos, pero por mientras, voy a buscar las cosas que amo, las que me hacen tan feliz y las que tengo que compartir con todo el mundo: esos momentos bellos son los nuestros por los momentos.

Quiero que puedan disfrutar (saborear, como dice Laurie Santos) y prolongar esos segundos.

Quiero seguir compartiéndoles recetas deliciosas—aun y cuando no soy food blogger—y que las prueben y me manden fotos y me digan lo espectacular que les quedó.

Quiero desayunar en grande (sin margarina).

Quiero irme a la playa, donde pasé mi adolescencia y donde conocí a mi esposo. Quiero compartir mar, y arena, y una hamaca blanca.

Quiero jardinear.

Quiero encontrar recetas para cocteles nuevos, y aprendérmelas de memoria porque sé que pronto me reuniré con mis amigos, una vez terminen nuestras circunstancias pandémicas.

Pese a la pandemia y a la locura general de este 2020, ha sido un año para dedicarse al bienestar. He sufrido de ansiedad en el pasado, y busco siempre refranes y detalles para ayudarme a resolver esta condición. Me pregunto, en estos años que no he tenido tal vez el tiempo para reflexionar, ¿cuántos momentos dejé pasar? Y también me pregunto: ¿cuándo fue la última vez que pensé en un cielo sin nubes?, ¿o una galletita recién horneada?, y no solo el cielo o la galleta, si no la felicidad que sentí en ese momento, la calma, la emoción de estar bien y de sentirse bien.

Y creo que este año descubrí algo importante: me voy a dedicar a encontrar (y compartirte) los momentos bellos.