Visualmente, With Love, Meghan es espectacular. No hay nada que criticar en la estética del show: la cocina parece sacada de una editorial de un especial de cocinas de Elle Decor, los paisajes son idílicos, y Meghan luce impecable en cada toma—desde sus accesorios hasta su peinado y maquillaje. Ha seleccionado buenos temas y platillos para compartir, y la producción es impecable. Pero aquí está mi punto de vista: es completamente inalcanzable.

Veo a Meghan en este show y no puedo evitar compararla con Ain’t Too Proud to Meg, Martha Stewart, o los videos con los que crecí, como los de Julia Child o Ina Garten. La diferencia es abismal. Martha, Ina y Julia son naturales, cero forzadas. Inspiran porque disfrutan lo que hacen, porque transmiten calidez y experiencia real. Al verlas, te dan ganas de intentarlo, de cocinar, de poner una mesa bonita, de recibir amigos en casa. Con With Love, Meghan, en cambio, siento que estoy viendo una sucesión de escenas perfectamente curadas para Instagram, más que un verdadero homenaje al arte de recibir en casa.
Por más que ame los espacios perfectamente estilizados, la realidad es que la belleza en la hospitalidad también está en su naturalidad. Un huerto de hierbas, incluso los de Gardenary.co, son un desorden hermoso, no un set de fotografía nítido. Tal vez este show está más pensado para los seguidores de Real Housewives o de las Kardashian, pero para este tema de Anfitrionomia, yo prefiero un enfoque más equilibrado y auténtico cuando se trata de recibir en casa.

Por supuesto, en un show es importante que todo se vea pulido y perfecto. Pero aquí se siente demasiado armado, demasiado estilizado, hasta el punto de hacer evidente que Meghan probablemente nunca ha hecho esto en la vida real. No logro conectar ni inspirarme con un show así. Aplaudo la producción y el estilismo detrás de esto, pero creo que su equipo de imagen debió asesorarla para verse más natural y menos forzada.
Esa es mi opinión.
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