Gone are the days donde todos bebían alcohol como algo obvio.
Hoy, más que nunca, hay una tendencia creciente —especialmente entre las nuevas generaciones— hacia un estilo de vida más consciente, saludable y balanceado. Las estadísticas no mienten: las ventas de alcohol han disminuido a nivel mundial y el movimiento del sobriety culture está más vivo que nunca.
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Yo misma he sido una fiel amante del vino tinto, el brindis con burbujas y, sí, fui víctima de la escasez de Aperol el año pasado (¡oh, cómo sufrí!). Para mí, ofrecer un coctelito al recibir en casa siempre ha sido de rigor. Pero algo cambió: Desde 2015 empecé a hacer en enero 21 días de CLEAN de Alejandro Junger (te lo recomiendo pero consulta a tu médico), en 2023 avancé a 30 días e hice Dry January (un reto global que propone no beber durante todo el mes de enero), y este año no solo lo repetí, sino que me aventuré a un Sober Spring. Tres meses sin una sola gota… y los disfruté profundamente.
Contrario a lo que siempre pensé —que mi copa de vino estaría conmigo de por vida, especialmente en fiestas o en nuestros brunches de los Botánicos (mi grupo de amigos jardineros con los que compartimos buen gusto y mejores conversaciones)—, estos meses sobrios me regalaron una claridad, una ligereza y una energía que no esperaba. Y aunque probablemente volveré a brindar con burbujas, descubrí algo importante: la necesidad de tener opciones lindas y sabrosas sin alcohol en nuestras reuniones.
Porque seamos honestos: un vaso de agua no debería ser la única alternativa para quienes eligen no beber.
Por eso, si eres anfitrión, aquí te dejo algunas ideas de tragos sin alcohol —refrescantes, visualmente apetecibles y dignos de una mesa bien puesta— para que todos tus invitados se sientan cuidados y bienvenidos:





Yo nunca voy a satanizar una copa de vino o un buen cóctel. Siguen siendo parte de nuestros rituales de celebración. Pero qué bello es ir con los tiempos y tener alternativas igual de especiales para todos los gustos. Así como hoy pensamos en los celíacos, en los intolerantes a la lactosa, en los vegetarianos (yo lo fui 25 años, comí arroz y ensalada en mil reuniones aburridas…), también podemos pensar en quienes prefieren no tomar alcohol.
No es complicarnos, es tener esos detalles de cariño y conciencia que elevan cualquier encuentro.
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