Esta semana les quiero contar de un bautizo divino que celebramos hace poco para el hijo de mi amiga Ali. Fue una decoración sencilla: flores blancas, colores grisáceos, azules pálidos, y como olvidar la palomita como símbolo del Espíritu Santo. Sigue leyendo para descubrir los detalles…

Todas las mamas saben que todos los hijos—angelitos que algún día conquistarán a una damita, o tal vez angelitas que vestirán las sonrisas más lindas—son una gran bendición. Después de nueve meses de espera, soñando aquel milagrito, sus manitas y sus piecitos, un par de ojos que poco a poco se abren al mundo, llega el día. Y te encontrás con una personita (ya he hablado de personitas, ¡no me canso!) y no queda más que celebrarla.

El primer niño de Ali llegó a un mundo de mujeres. Recuerdo la boda de Andrea & Jaime, hermana de Ali, recuerdo el bautizo de su primera hija, cuando nos contó que esperaba gemelas, el desayuno en anticipación de su primer hijo…pensar que ya había llegado el día para celebrar su bautizo. Tenía que ser un momento especial, diferente, para asemejarse a la ocasión.

El Nuevo Rey de la Casa

A Ali le fascina entretener y cocinar y recibir a sus amigos cercanos. Era un evento relativamente pequeño, relativamente grande, ¿qué importa? Había que tirar la casa por la ventana. Bueno, tal vez no tirarla, pero si estarían inaugurando su hogar nuevo para el almuerzo en honor al nuevo rey de la casa. Nada se interponía entre los sueños y la realidad.

Después de la ceremonia en la Iglesia del Carmen, justo antes del medio-día, los invitados llegaron a la casa de Ali, donde les esperaba un piano en vivo, las dulces melodías de Shirley Paz, un aire de jazz y bossa, y la copita de champán helado. ¡Chin, chin!

Un Almuerzo de Corte Real

Una abundancia de comida, deliciosa, exquisita, ni sé donde comenzar con el almuerzo.

Bueno, podría comenzar con los quesos: ¿quien no quisiera comenzar con los quesos? Una manipulación de quesitos divinos, decorados con uvas, frutos deshidratados, un sin fin de tostadas. ¿Cómo no amar una tabla de quesos perfecta?

Pero falta aún. Langosta a la parrilla, brochetas de camarón, un brisket con costra de pistacho, ensaladas, papas, panecillos, pastas hechas en el momento, al gusto, y una pierna de cerdo con escabeches y encurtidos y todas las tortillas de Honduras.


El dulce final: una mesa de postres que traía un poquito de todo. El pastel de chocolate divino, hecho por una de las amigas de Ali, una tartaleta de frambuesas frescas, dulces desde Ecuador (¡gracias Andrea!), petit-fours de fondant, un pastel de fondant, deditos de princesa, turrón de piña, almendras–mejor me detengo aquí que siento maripositas en el estómago.


Los invitados disfrutaron el día, festejando el bautizo del nuevo rey de la casa, festejando a la familia feliz, con sus personitas (que pronto dejarían de serlo), tías que habían viajado largas distancias reconectando con amigos, y no fue hasta las siete de la noche que la música disminuyó su volumen.
Una reunión íntima, la bienvenida a un bebecito divino…en verdad que las cosas chiquitas son las más grandes.