¡Feliz jueves! Hoy es jueves de boda, o bueno, del cuento de la boda. Sigan leyendo para conocer los detalles del jardín encantado, una de las bodas más divinas (y desafiantes) que nuestro equipo ha enfrentado…

El cuento de hoy es un cuento de hadas con todos los elementos correspondientes—un jardín encantado, la pareja enamorada después de un querés ser mía para siempre, la fiesta que amanece con los primeros rayos del sol dominguero, todos bailando y disfrutando y celebrando la unión de dos familias. Dirías que la copié de un libro.

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Pero como en cualquier cuento, hay desafíos, y preocupaciones antes del desenlace. No se preocupen, la historia tiene un final feliz; recuerdo las veinticuatro horas antes de la boda, coordinando arreglos, montajes, el sillón aquí, la luz en su perfecto nivel tenue, debatiendo detalles con el equipo, mientras que la sala tomaba forma, empezaba a sentirse el ambiente que buscábamos lograr…y cuando ya todo estaba listo, pudimos respirar.

El Jardín Encantado

Quiero contarles del jardín encantado porque fue uno de los retos más grandes que he enfrentado en mi carrera como wedding planner. Había conocido a las familias de los novios y había trabajado con ellos antes: la mamá de la novia me llamó y, después de la reunión inicial, empezamos a trabajar en volver realidad la visión de la novia.

El primer desafío: era la boda con más invitados que alguna vez había organizado. La familia esperaba a 1,200 personas. Eso significaba encontrar proveedores con más de mil sillas iguales—¿y los tenedores y las velas y las rosas? Nuestro país aún no cuenta con esos volúmenes de mobiliario, entonces debíamos crear un diseño cohesivo considerando el contexto.

Además que no es costumbre hondureña confirmar asistencia. Algunos invitados confirman, y no asisten a último minuto. Otros no confirman, y traen acompañantes (¡que tal vez no estaban invitados para empezar!). Es casi imposible, a ciencia exacta, asumir el número de invitados—y después crear espacios para ellos. No querés que se acaben las sillas, pero tampoco querés mesas vacías. Entonces, ¿cómo diseñar la boda, y para cuántas personas?

El siguiente desafío: decorar un salón majestuoso, con alturas imposibles y un espacio amplio (claro, es un lienzo en blanco que invita la mano creativa), y no solo decorarlo, sino hacerlo sentir acogedor, cómodo para todos los invitados. Queríamos que los elementos decorativos fueran grandes, y que, en cualquier rincón, encontraras algo bello. Pérgolas, una fuente, los postres colocados cuidadosamente en su mesita, una pista de baile, el bar, ¡el bar!

Sentíamos la presión constante de la expectativa, aquella expectativa que persigue a las bodas grandes, las fiestas legendarias. Y debíamos cumplir, no sólo para los que se bailaban la noche sin preocupación, no, para todos los invitados.

¿Cómo lograr el jardín encantado?

Como crear ese espacio que envolvía a los invitados desde su llegada, un parque de flores que culminaba en el jardín colgante sobre la pista de baile, las pérgolas y los follajes altos delineando el camino—todo esto, en un salón enorme a la espera de multitudes. ¿Cómo?

Organizamos nuestro equipo en dos grupos logísticos, tanta fue la carga de trabajo. Los detalles de los centros de mesa, el jardín colgante, las flores y los follajes y…¿debo seguir? Necesitábamos enfoque completo, coordinación entre todas las partes (y aquí debo de agradecer infinitamente a Alejandro Pineda y a Jackie Cabrera por su profesionalismo y dedicación) para poder realizar el sueño de la novia.

Así se logra un jardín encantado. Las cosas más bellas son las que requieren mas cariño, cuidado y atención. Y los cuentos con finales felices terminan siendo los más gratos. Felicidades a la bella pareja. Gracias por permitirme formar parte de esta experiencia.

Fotografía: Alexis Miguel Photography; Eva Zelenkova