Había una vez dos enamorados que se conocieron y se casaron y vivieron felices para siempre. Fin.

En ese cuentito, hacemos un pequeño hincapié para incluir la planeación de la boda y la presencia de una Wedding Planner, una mesa de postres casi infinita, los invitados que nunca dejaron de bailar…bueno, olvidemos el hincapié (pero si lo queres leer, haz clic aquí). Hoy queremos continuar la historia de los enamorados.

Podemos imaginar que la historia continua en aquel ritmo natural de los romances. Una luna de miel en algún lugar mágico, la pareja feliz regresa y comienza su vida juntos, y antes que se den cuenta, llega el momento de presentar a un personaje nuevo, el más esperado, la estrella de este capitulo que estamos por contarles: conozcan a Roberto.

Es uno de los aspectos más gratificantes de mi trabajo: conozco a diferentes parejas enamoradas, pasamos tanto tiempo juntos, organizando solo una noche y después termina y debo despedirme. Pero a veces ocurren milagritos. Se me permite, por un momento más, regresar a la historia.

¡Bienvenido Roberto!

Roberto fue el primer hijo de Andrea y Bovi, un bebito esperado y querido no más llegó. Cuando empezamos a planear el bautizo, empezamos con la idea de un evento dulce y lleno de cariño. ¿El primer paso? Encontrar la tela.

Les explico: mi mamá siempre dice que la boda nace cuando ella encuentra la tela. De allí nace la inspiración. En el pasado, hemos encontrado azules aterciopelados, rosados tenues y delicados, un splash de morado vibrante y vivo. O tal vez encontramos la inspiración en el rojo de una rosa, o tal vez en el blanco elegante de un vestido de novia.

Con Roberto, encontramos el mantel perfecto para el bautizo: un azulito moradito de niño, pero delicado, dulce y lleno de cariño, tal y como la mamá lo había imaginado. Le enviamos el diseño a Ana Schubert, quien nos diseñó las invitaciones para el evento.

Fue un evento familiar en la casa de los abuelos del niño, en el jardín donde Andrea había crecido. Movimos una plantita por aquí, otra por allá, organizamos y colocamos y creamos un evento. Andrea no quería un evento en hotel, sino en un espacio que llevaba consigo el peso de una vida de memorias: aquí le agregábamos una memoria más al imaginario colectivo de la familia.

Lo último que quedaba era organizar un menú divino. Gerardo Trejo nos creó una barra de risotto, hecho en el momento, una barra de ensaladas frescas para una tarde veranera. Música en vivo, la familia reunida, ¿qué más pedir?

¡Ah! Casi se me olvidan los postres.

¿Cómo olvidar los postres? Andrea escogió cada postre, cada uno hecho con amor y a la perfección—se necesita de una experta para estos temas dulzones. Un pastel en blanco, macarrones y galletitas y todo lo que se pudieran imaginar.

• Fotografía: Daniel Mendoza
• Pastel: Signature Cakes
• Invitaciones: Ana Schubert